Pasa
siempre que luego de estar en una situación de riesgo, empezamos a revisar y
cuestionar nuestra vida. Un accidente, un atraco, un evento natural, una enfermedad
e incluso un incidente doméstico nos colocan en ese estado de introspección; Es
poner bajo la lupa nuestras acciones, nuestros resultados y nuestros sueños
engavetados.
Un
estudio realizado por William R. Emerson y que se describe detalladamente en su
libro El Trauma del Nacimiento coloca sobre el tapete el
estremecedor trance que pasa un infante desde el momento en que se separa del
vientre materno hasta que da la primera bocanada de aire junto con el llanto de
la vida. Sin embargo a pesar de lo tortuosa que llega a ser la experiencia, el
resultado final es NACER. En ese
momento comienza nuestro propio proceso de crecimiento y aprendizaje.
¿Será
por esta razón que repetir experiencias de similar impacto emocional es el motivo
para revisar y replantear nuestra vida?
Muchos
de nosotros pasamos la vida transitando por caminos que no nos agradan ni
satisfacen. Nos dedicamos a oficios que no nos apasionan, realizamos
actividades que realmente nos desagradan, vamos cometiendo excesos que ponen en
riesgo nuestra salud, sentimos fastidio de levantarnos cada mañana a retomar
nuestra rutina y peor aún si cae lunes y no hacemos nada para cambiar ese estado hasta que se nos presenta otra situación intensa. Luego de que
pasamos el susto es que sentimos que
volvimos a nacer y adoptamos
posturas y acciones que vayan más en sintonía con nuestra frecuencia, que nos
vuelvan a poner en el camino de nuestros sueños o que nos ayuden a apreciar y
agradecer, de mejor manera, las bendiciones con las que contamos.
Ahora
me pregunto yo, ¿es realmente necesario repetir un evento traumático para tomar
otro enfoque y rescatarnos de nuestra propia negligencia? ¿Acaso no es
suficiente tortura estar viviendo una vida que sabes que no es para ti?
Seguramente
ustedes conocen la fábula
de la “Renovación del Águila” y de cómo ella a mitad de su vida pasa
por un proceso fuerte y doloroso de transformación que la lleva a vivir
plenamente 40 años más. Yo en realidad no quiero invitarles a que experimenten
un proceso similar ya que creo que es suficiente drama el seguir viviendo
una vida que no los satisface.
¿Hay
mayor tortura que esa?
Considero
mejor que se paren frente al espejo y se pregunten: ¿Es esta la
vida que yo quiero?
Responder
de manera negativa debería ser suficiente trauma. Realmente no necesitas más.
Prefiero invitarte a que simplemente cambies tu enfoque, empieza a mirar la vida
desde otro ángulo y toma acciones al respecto, rescata tus sueños, ve por ellos.
Reinvéntate.
Anthony Robbins lo explica claramente en una de sus múltiples conferencias: “Cambiar es tan sencillo como chasquear los dedos. Solo tienes que cambiar tus rituales.”
Nacer pudo haber sido
traumático una vez, pero parirte tu mismo
puede resultar tan divertido como un paseo en la Montaña Rusa.
Vuelve
a Nacer. Te deseo un buen viaje…
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